Cierto día, Jesús estaba con sus discípulos y vio pasar a un ciego de
nacimiento, uno de ellos le pregunto: Quien peco para que él o sus padres para
que haya quedado ciego. El con mucha certeza les dijo: ni él ni sus padres
pecaron, esto es para que se manifestara en el las obras de Dios” (Jn 9: 1-3). La mayoría de cosas que pasan en la vida tiene
un significado, algunos en mayor grado que en otros, pero todos son importante
para la estrategia que Dios diseña en nuestra vida. Existen fenómenos minuciosamente
planteados, para fortalecer la fe del creyente o en otros casos atraer a nuevos
miembros. Todos tenemos derecho a un milagro sin importar el estado de gracia
en que nos encontremos, pero el milagro muchas veces va más allá de conceder
una petición, Dios en su infinito poder quiere demostrar su amor de Padre y
fidelidad hacia sus hijos.
Un milagro nace de una
necesidad, Dios permite que en nuestra vida lleguen a una serie de complicaciones
(voluntarias o involuntarias) que afectas nuestra vida de forma negativa,
creando una situación incómoda llamado problema. La siguiente etapa del proceso
de solución del problema, la mayoría de veces buscamos solucionarlo nosotros
mismo, cuando el problemas esta fuera de nuestro alcance casi siempre buscamos
un tercero. Es aquí donde Dios entra ya que se encarga de demostranos a
nosotros que solo él puede solucionar la difícil situación. Este proceso no es
fácil, vencer el egocentrismo y reconocer que Dios lleva la dirección de
nuestra vida, genera un procedimiento de prueba y error en donde descartamos
variales (amigos, intelecto, dinero, etc.) que pueden ser opciones para
resolver nuestra necesita. La siguiente etapa inicia con la búsqueda de Dios
este proceso es el más importante de todo la mecánica, Dios cumple su objetivo
principal: la reconciliación entre el hombre y su Dios, es en este período donde
se concibe la comunión con el Creador (Oración-Adoración-Lectura Bíblica). La
gracia es un fruto de la comunión con Dios y en su palabra dice: “Clama a mí y
yo te responde y te mostrare como grande que no has visto” (Jeme 33:3), es
clara la idea, ante la oración contante y directa, Dios concede a sus hijos las
peticiones de su corazón, pero lo interesante de este versículo es la segunda
parte, Dios nos dará más de lo esperamos, está es la etapa de la ¡obtención del
Milagro!. El proceso continua con agradecimiento. El agradecimiento es el
estado asertivo de la adoración cada día es un acto de amor del hijo a su
Padre, es aquí donde el creyente fortalece su fe, hace suyas las promesas de
Dios y sabe que puede contar con el siempre. La última etapa del proceso es el
recuerdo, el creyente en su corazón guarda el favor que su Dios ha hecho por él
y lo manifiesta a los demás las maravillas que Dios hizo con él y sabe que el día en tenga otra necesidad
volverá a invocar a su es su Redentor.
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